SAN JUAN, Puerto Rico, 10 de febrero
2005.- Dos de los cuatro brazos que
bloquearon el punto final para República
Dominicana, en el juego por la medalla
de oro de Santo Domingo 2003 contra
Cuba, fueron los de Annerys Vargas, la
refuerzo de las Vaqueras de Bayamón.
Los otros dos eran de Cosiris Rodríguez,
quien reforzó a las Conquistadoras de
Guaynabo en la década de los 90. Miles
de otros brazos victoriosos en las
gradas fueron los que abrazaron a la
selección dominicana que se convirtió en
ese momento en heroína del país junto al
también medallista de oro en Santo
Domingo 2003, Félix Sánchez.
Gracias a victorias como esas, las
voleibolistas de República Dominicana
han ganado popularidad dentro del país
dominado por el béisbol y últimamente
por Sánchez, quien, como las
voleibolistas, son de nivel mundial y
olímpico.
“Creo que después de los peloteros y de
Félix Sánchez, está la selección de
voleibol. Ya el pueblo dominicano puede
confiar en que nosotras vamos a estar
ahí”, declaró Vargas. En Puerto Rico,
las jugadoras dominicanas dejaron una
gran impresión cuando el equipo de El
Mirador vino aquí a integrarse al
itinerario de la liga Superior y salió
invicto. Esto fue en la segunda mitad de
los ‘90. Luego, Evelyn Carreras, quien
juega en el torneo como nativa, vino a
jugar con las Chicas de San Juan. Ahora
lo hace con las Leonas de Ponce. Siempre
ha dejado una buena impresión.
Vargas es la segunda jugadora dominicana
que viene a Puerto Rico a reforzar y
dijo que ha notado su popularidad entre
la gran comunidad dominicana que hay en
Puerto Rico. “Sí, me reconocen. Siempre
me están dando el apoyo por ahí, aunque
sé que ellos tienen sus menesteres que
hacer”, dijo Vargas, de 6’3 de estatura
y quien agregó es difícil no ser
reconocida como voleibolista por su
físico.
Carreras, por su parte, cree que aquí no
son muy reconocidas por la comunidad
dominicana. En República Dominicana,
agregó Carreras, es otra cosa. Carreras,
coincidió con Vargas en que están entre
los deportistas más conocidos de esa
nación. “Después de los Panamericanos el
voleibol dio un giro tremendo. Ya la
gente te conoce, ve a uno en la calle y
dice ‘mira, estuvo en los Panamericanos’”,
dijo Carreras. “Allí la gente estaba
esperando mucho de nosotras, en nuestro
país, y pudimos cumplir”.
El voleibol en Dominicana comenzó a
tomar forma en los 90. Entonces, la
Federación Dominicana creó el programa
nacional, que tiene a las jugadoras a
sueldo, y contrató al técnico cubano
Jorge Pérez Vento, quien ahora está
trabajando con Puerto Rico. Además de
las selecciones, el programa tiene cerca
de 300 niñas. Como el béisbol y las
escuelas que tienen los distintos
equipos de Grandes Ligas, el programa
nacional y el voleibol es un vehículo
que tienen las niñas para salir adelante.
“Ahora yo puedo salir afuera y eso es
una entrada de dinero extra”, dijo
Carreras, quien también ha jugado en
Italia, entre otras ligas europeas. “El
voleibol es nuestro trabajo, es nuestro
empleo, es nuestro modo de vivir”. “Hay
mucha competencia, y creo que esa misma
competencia ha hecho más fuerte el
equipo. Las jugadoras se fajan para
quitarle el puesto a otra y la otra se
faja para mantener el puesto. Las
jugadoras han crecido grandiosamente en
tan poco tiempo”, agregó.
“(El programa) le ofrece muchas cosas:
becas de estudio, gastos escolares, les
pagan todo, todo, todo. Es un alivio
para los padres, que aprovechan ese
medio. Es una ayuda tremenda, podría
decir que sí”, añadió. La popularidad de
las dominicanas fue reconfirmada casi un
año después en Atenas, en los Juegos
Olímpicos 2004. Allá, Dominicana venció
en la ronda preliminar a los Estados
Unidos, unos de los equipos favoritos
para ganar el oro.
La victoria sobre los Estados Unidos no
fue tan sabrosa como la de los
Panamericanos, dijeron ambas jugadoras.
Sí les ayudó a reconfirmar su
popularidad. “Ahora hay gente que no
había visto voleibol y está yendo a
vernos. Les gusta y asisten. El voleibol
tiene su gente allá”, expresó Carreras.
Las dominicanas están creando un
ambiente como el de las cubanas, las
“Morenas del Caribe”, un equipo que es
reconocido a donde quiera que va y que
es echado de menos en donde no les
permiten entrar. Imagínese a Dominicana
con una presea olímpica o mundial...
Por Fernando Ribas Reyes (El Nuevo Día) |